Hace 4 años, al iniciarse las obras de la estación de Yenikapi, en Istambul, de la linea ferroviaria que unirá Europa y Asia por el Bósforo mediante un túnel submarino, se encontraron los restos del Puerto de Teodosio, construido en el siglo V ec, y que quedo inactivo hacía el 1200 por los sedimentos depositados por el río Lykos y la arena del mar de Mármara. Durante el periodo Otomano, el puerto fue cubierto y se edificó en la superficie y así permaneció hasta el 2004.
Las obras tuvieron que detenerse y desde entonces el proyecto acumula más de 3 años de retraso, la ubicación de la estación se ha modificado, ha sido rediseñada y el lugar se ha convertido en la excavación arqueológica más grande de Europa con hasta 800 arqueólogos y ayudantes trabajando a un tiempo.
Hasta la fecha se han localizado los restos de 34 naves, entre las cuales figuran 4 galeras de época bizantina de hasta 30 metros de eslora y 9 de manga con una dotación calculada en 50 remos ( no son dromones ), barcas de pesca, pequeños buques dedicados al comercio y un gran buque de carga de 40 metros al que han llamado “Titanic”. También se ha localizado parte de la base de los muelles y restos de edificio probablemente pertenecientes a las instalaciones portuarias y un faro. Enterrado en el lodo, también se han encontrado una gran cantidad de desechos, huesos de elefantes, leones, osos, 15 calaveras humanas y multitud de piezas de cerámica, todo ello probablemente arrojado desde los muelles al agua como en un estercolero.
La recuperación de los buques se realiza bajo carpas de plástico con un sistema de aspersores que constantemente vierte una fina cortina de agua para mantener los restos húmedos y evitar su descomposición. Una vez retirados pieza a pieza, se tratan con polietilén glicol (PEG para los amigos) para conservarlos. Las autoridades ya están pensando donde ubicar un nuevo museo, uno más para Istambul que ya cuenta con algunos de los mejores de Europa, en el que exponer las naves recuperadas, algunas de las cuales se conservan en más de un 40%. Los arqueólogos opinan que se debería situar junto al mar, donde las naves estarian en su contexto y ya sueñan con un muelle junto al museo en el que una réplica de alguna de las naves pueda visitarse, un proyecto parecido al Museo de barcos vikingos de Roskilde.
Después de los años de estudio que serán necesarios para analizar la cantidad de restos hallados, es probable que puedan reescribirse algunas partes de la historia de la navegación en el Imperio Bizantino.
Las obras tuvieron que detenerse y desde entonces el proyecto acumula más de 3 años de retraso, la ubicación de la estación se ha modificado, ha sido rediseñada y el lugar se ha convertido en la excavación arqueológica más grande de Europa con hasta 800 arqueólogos y ayudantes trabajando a un tiempo.
Hasta la fecha se han localizado los restos de 34 naves, entre las cuales figuran 4 galeras de época bizantina de hasta 30 metros de eslora y 9 de manga con una dotación calculada en 50 remos ( no son dromones ), barcas de pesca, pequeños buques dedicados al comercio y un gran buque de carga de 40 metros al que han llamado “Titanic”. También se ha localizado parte de la base de los muelles y restos de edificio probablemente pertenecientes a las instalaciones portuarias y un faro. Enterrado en el lodo, también se han encontrado una gran cantidad de desechos, huesos de elefantes, leones, osos, 15 calaveras humanas y multitud de piezas de cerámica, todo ello probablemente arrojado desde los muelles al agua como en un estercolero.
La recuperación de los buques se realiza bajo carpas de plástico con un sistema de aspersores que constantemente vierte una fina cortina de agua para mantener los restos húmedos y evitar su descomposición. Una vez retirados pieza a pieza, se tratan con polietilén glicol (PEG para los amigos) para conservarlos. Las autoridades ya están pensando donde ubicar un nuevo museo, uno más para Istambul que ya cuenta con algunos de los mejores de Europa, en el que exponer las naves recuperadas, algunas de las cuales se conservan en más de un 40%. Los arqueólogos opinan que se debería situar junto al mar, donde las naves estarian en su contexto y ya sueñan con un muelle junto al museo en el que una réplica de alguna de las naves pueda visitarse, un proyecto parecido al Museo de barcos vikingos de Roskilde.
Después de los años de estudio que serán necesarios para analizar la cantidad de restos hallados, es probable que puedan reescribirse algunas partes de la historia de la navegación en el Imperio Bizantino.
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