Restos cerámicos descubiertos en el fondo marino de la costa almeriense. / IDEAL
Andalucía cuenta con un tesoro arqueológico de valor incalculable bajo el agua. Buques hundidos, estatuas medievales, cerámicas y otros restos yacen en el fondo marino que rodea al litoral andaluz. El Centro de Arqueología Subacuática (CAS) de Cádiz se ocupa de la documentación, conservación, estudio y difusión de estas riquezas históricas.
Carmen García Rivera, directora del CAS, explica que la Batalla de Trafalgar, que tuvo lugar en 1805 cuando los aliados intentaron derrocar a Napoleón, es la línea de investigación principal en la comunidad. Así, yacimientos como el Bajo de Chapitel (Cádiz) cuenta con 28 cañones de hierro y numerosos restos cerámicos que podrían pertenecer al naufragio del 'Bucentaure', un buque que participó en esta contienda.
Por otro lado, el yacimiento de Punta de la Mona, en Almuñécar (Granada), el de Los Escullos-El Águila (Almería), o el de Los Santos en Benalmádena (Málaga) son algunos de los más abundantes. Este último ha permitido la recuperación de estatuas de corte clásico que representan a Dionisio, Cupido y otras divinidades.
A la hora de estudiar los tesoros que se encuentran en las aguas andaluzas, los científicos se tropiezan con un dilema, o bien extraer los objetos del fondo para su mejor datación histórica y para exhibirlos en museos, o bien renunciar al conocimiento histórico en favor de la conservación de estos restos y estudiarlos in situ. En ambos casos los investigadores precisan de una tecnología muy sofisticada para localizar y estudiar estas reliquias subacuáticas.
De esta manera, el investigador de la Universidad de Málaga Javier Laserna colabora con el CAS en una novedosa técnica, electroscopia de plasma inducido por láser, que sirve para reconocer el fondo marino en busca de tesoros.
«Esta técnica permite detectar la presencia de elementos y determinar su concentración y abundancia», subraya Laserna, quien añade que se trata de «un instrumento único en su especie a nivel mundial» y muy necesario para explorar el fondo del mar sin usar técnicas invasivas que puedan llegar a deteriorarlo.
Por otro lado, la Unidad de Buceo Tecnológico y Científico de la Universidad de Cádiz trabaja en una moderna línea de investigación, la arqueometalurgia, que sirve para investigar la naturaleza química de los materiales encontrados, un aspecto clave para datar los tesoros hallados o descubrir el uso que tenían en el pasado. Además, estos conocimientos ayudan a encontrar la mejor manera de conservar o estudiar in situ estos objetos.
Patrimonio sumergido
No obstante, una de las tareas más importantes de cara a la labor que desempeñan los investigadores que buscan y estudian reliquias submarinas es la documentación, según destaca la directora del CAS. Es decir, la identificación y evaluación de toda la información procedente del patrimonio arqueológico sumergido en una misma base de datos para que los expertos en este campo puedan compartir los resultados de su trabajo.
Esta fue una de las primeras misiones que recibió el CAS y se trata de un proyecto abierto, ya que los expertos no paran de sumar nuevos datos y descubrimientos. Para esta labor, el centro andaluz se ha centrado en los restos que han quedado de la Batalla de Trafalgar, y ha realizado una primera fase para localizar y analizar las diversas fuentes documentales y arqueológicas que pueden ofrecer información de dónde se produjeron naufragios.
Una segunda etapa en la que se han llevado a cabo diversas campañas de prospección geográfica y visual en estas zonas para localizar posibles navíos hundidos, y una tercera para sondear los yacimientos encontrados. El objetivo es saber qué regiones son más ricas y a la vez más vulnerables a la erosión.
Carmen García Rivera, directora del CAS, explica que la Batalla de Trafalgar, que tuvo lugar en 1805 cuando los aliados intentaron derrocar a Napoleón, es la línea de investigación principal en la comunidad. Así, yacimientos como el Bajo de Chapitel (Cádiz) cuenta con 28 cañones de hierro y numerosos restos cerámicos que podrían pertenecer al naufragio del 'Bucentaure', un buque que participó en esta contienda.
Por otro lado, el yacimiento de Punta de la Mona, en Almuñécar (Granada), el de Los Escullos-El Águila (Almería), o el de Los Santos en Benalmádena (Málaga) son algunos de los más abundantes. Este último ha permitido la recuperación de estatuas de corte clásico que representan a Dionisio, Cupido y otras divinidades.
A la hora de estudiar los tesoros que se encuentran en las aguas andaluzas, los científicos se tropiezan con un dilema, o bien extraer los objetos del fondo para su mejor datación histórica y para exhibirlos en museos, o bien renunciar al conocimiento histórico en favor de la conservación de estos restos y estudiarlos in situ. En ambos casos los investigadores precisan de una tecnología muy sofisticada para localizar y estudiar estas reliquias subacuáticas.
De esta manera, el investigador de la Universidad de Málaga Javier Laserna colabora con el CAS en una novedosa técnica, electroscopia de plasma inducido por láser, que sirve para reconocer el fondo marino en busca de tesoros.
«Esta técnica permite detectar la presencia de elementos y determinar su concentración y abundancia», subraya Laserna, quien añade que se trata de «un instrumento único en su especie a nivel mundial» y muy necesario para explorar el fondo del mar sin usar técnicas invasivas que puedan llegar a deteriorarlo.
Por otro lado, la Unidad de Buceo Tecnológico y Científico de la Universidad de Cádiz trabaja en una moderna línea de investigación, la arqueometalurgia, que sirve para investigar la naturaleza química de los materiales encontrados, un aspecto clave para datar los tesoros hallados o descubrir el uso que tenían en el pasado. Además, estos conocimientos ayudan a encontrar la mejor manera de conservar o estudiar in situ estos objetos.
Patrimonio sumergido
No obstante, una de las tareas más importantes de cara a la labor que desempeñan los investigadores que buscan y estudian reliquias submarinas es la documentación, según destaca la directora del CAS. Es decir, la identificación y evaluación de toda la información procedente del patrimonio arqueológico sumergido en una misma base de datos para que los expertos en este campo puedan compartir los resultados de su trabajo.
Esta fue una de las primeras misiones que recibió el CAS y se trata de un proyecto abierto, ya que los expertos no paran de sumar nuevos datos y descubrimientos. Para esta labor, el centro andaluz se ha centrado en los restos que han quedado de la Batalla de Trafalgar, y ha realizado una primera fase para localizar y analizar las diversas fuentes documentales y arqueológicas que pueden ofrecer información de dónde se produjeron naufragios.
Una segunda etapa en la que se han llevado a cabo diversas campañas de prospección geográfica y visual en estas zonas para localizar posibles navíos hundidos, y una tercera para sondear los yacimientos encontrados. El objetivo es saber qué regiones son más ricas y a la vez más vulnerables a la erosión.
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