La batalla entre expoliadores y defensores del patrimonio sumergido ha estado siempre condicionada por una clara descompensación. Cuando, en junio de 2006, la Guardia Civil presentó el material incautado en la 'Operación Bahía', quedó patente que muy poquito podía hacerse (salvo meritorias excepciones) contra redes organizadas que utilizaban sofisticados equipos de sensores de barrido lateral, escáners que emitían ondas acústicas sensibles a los relieves del fondo marino, magnetómetros que localizaban masas de hierro, detectores de metales de uso militar y hasta dispositivos portátiles capaces de distinguir, a distancia, el oro, la plata y el bronce.Fuente : SENSACIONES.org
Los especialistas de Odyssey, además de con un presupuesto que ya querrían para sí muchos proyectos oficiales de localización y documentación de pecios, contaban con un prototipo de robot ROV Hércules de 16 toneladas, capaz de remover por control remoto el fondo marino y dar la señal de alarma en cuanto se topara con los primeros restos de cualquier naufragio de cierta entidad. Frente a ellos, al margen de las pesquisas que en tierra realiza la Guardia Civil (sobre todo relacionadas con la falsificación de permisos), los investigadores no tienen ni siquiera un barco propio.
Pero, ¿cómo se preservan los restos de un barco hundido una vez que se han localizado? Para marcar la ubicación de los pecios, Cultura ha tenido que recurrir a buques cazaminas de la Armada, dotados de sistemas de detección y rastreo. También acaba de incorporarse a la batalla el Servicio Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE), dependiente del Ministerio de Interior, que a su tarea habitual de control del tráfico marítimo suma ahora el encargo de ayudar a redactar un Atlas Arqueológico Submarino Nacional.
De hecho, la gran esperanza de los arqueólogos pasa por la aplicación de tecnología de vanguardia. Es el caso de la empresa malagueña Nerea Arqueología Subacuática. Dirigida por Javier Noriega, está embarcada en un proyecto del Servicio Marítimo de la Guardia Civil: el Sistema de Vigilancia de Yacimientos Arqueológicos Subacuáticos por Satélite.
Por satélite
Actualmente en fase de desarrollo, ha abierto una puerta en este campo. Como los expertos de Aula 3. Suyo es el Proyecto Almenara, que permite «proteger cualquier pecio de bandera española, independientemente de dónde esté sumergido, de la acción de piratas o curiosos». Se trata de un software que utiliza la comunicación satelital para «avisar a las autoridades cada vez que alguien se acerca a una determinada distancia perimetral del yacimiento», según Antonio Villalpando, uno de los padres de la idea.
Asimismo, la Universidad de Málaga trabaja con el Centro de Arqueología Subacuática de Andalucía en una novedosa técnica electroscópica de plasma inducido por láser, mientras que la Unidad de Buceo Tecnológico de la Universidad de Cádiz estudia una línea de investigación bautizada como arqueometalurgia, que permite conocer la naturaleza química de los materiales localizados.
miércoles, 21 de abril de 2010
La tecnología de vanguardia se pone al servicio de los arqueólogos
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