El barco romano hundido frente a la Vila Joiosa y conocido como Bou Ferrer es uno de los hallazgos arqueológicos más importantes del mediterráneo occidental.
A lo largo del litoral de la Comunitat Valenciana hay innumerables restos de naufragios y hundimientos de embarcaciones de todas las épocas. Tal vez uno de los más conocidos sea el pecio romano que en el año 2000 fue descubierto por buceadores aficionados frente a las costas de la Vila Joiosa y que expertos internacionales consideran como uno de los yacimientos arqueológicos submarinos más importantes del mediterráneo occidental y una joya del mundo antiguo.
El barco, con una eslora de unos 30 mts y unas 400 toneladas de porte, transportaba más de 1200 ánforas que llevaban salsas derivadas del pescado, muy cotizadas en los tiempos del Imperio Romano.
Los investigadores datan el barco sobre mediados del s.I d.C. y consideran que hacía una ruta directa desde Roma al puerto de Cádiz aunque algún imprevisto durante la travesía les impidió continuar y tuvieron que derivar hacia la Vila Joiosa, donde acabaría hundiéndose.
Los investigadores datan el barco sobre mediados del s.I d.C. y consideran que hacía una ruta directa desde Roma al puerto de Cádiz aunque algún imprevisto durante la travesía les impidió continuar y tuvieron que derivar hacia la Vila Joiosa, donde acabaría hundiéndose.
El pecio es conocido como Bou Ferrer en honor a los buceadores que lo descubrieron y desde su hallazgo ha sufrido varios expolios y así, a los pocos meses de éste se detectó que alguien iba por la noche y extraía ánforas que luego vendían en el mercado negro. Para proteger el contenido se instaló un sistema de protección pionero en excavaciones arqueológicas consistente en la construcción de un enrejado submarino que impedía la extracción de los restos.
Expertos juristas y arqueólogos coinciden en señalar que en la ribera mediterránea pueden encontrarse miles de pecios submarinos, la mayoría sin descubrir.
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