En relación a este tema, no es posible tomar una decisión sin conocer la historia completa: «El Museo del Ejército es el heredero del Real Museo Militar creado por don Manuel Godoy en 1803 y ubicado en la casa palacio de Monteleón mucho antes de fundarse los museos del Prado (1819), Naval (1843) y Arqueológico (1867). Su vida no fue fácil. Durante la guerra de la Independencia (1808-1814), el edificio fue expoliado, saqueado y arruinado. Estas circunstancias obligaron a que,“con carácter de urgencia”, en 1816, fuera trasladado al Palacio de Buenavista, junto a la Cibeles. En 1841, cuando parecía que el museo estaba consolidado, don Baldomero Espartero, Regente del Reino, eligió ese palacio como residencia oficial y decretó “el traslado inmediato” del museo al entonces decrépito palacio del Buen Retiro».
Con este antecedente y teniendo en cuenta que el Ministerio de Cultura no sabe qué hacer con el edificio, es bueno hacer una reflexión, independiente de la opinión de los expertos, sean hispanistas o de colectivos vinculados con este Ministerio.
Dejando aparte la prepotencia del entonces presidente don José María Aznar (1997) que tomó la decisión del traslado del Museo del Ejército, con la ayuda del que fue ministro de Defensa don Eduardo Serra Rexach, asesorado por doña Leticia Azcue Brea, subdirectora General de Acción Cultural y Patrimonio Histórico del Ministerio. Con tristeza e ironía debo añadir que las personas que debían defender a capa y espada la permanencia del Museo eran las que se doblegaban a los intereses partidistas. Como “premio”, cuando don Eduardo cesó como ministro, fue nombrado ¡Presidente del Real Patronato del Museo del Prado! y, lógicamente, junto a él, doña Leticia como subdirectora General Gerente.
Ya no se puede echar marcha atrás, el nuevo Museo del Ejército en el Alcázar de Toledo ha iniciado su andadura y el gasto ya está hecho. Pero eso no es óbice para conservar y dignificar el palacio del Buen Retiro como Real Museo Militar, cuya función sería volver a dar gloria y esplendor al Salón de Reinos que ideara el conde-duque de Olivares en 1631, en él se colocaría la mayor parte de las 12 grandes escenas de batallas realizadas por grandes pintores [salvo «La expulsión de los holandeses de la isla de San Martín» de Eugenio Cajés, en ignorado paradero], entre ellas “La rendición de Breda” de Diego de Velázquez, caballero de la Orden Militar de Santiago. La idea no es nueva. Una de las razones que esgrimió el Ministerio de Cultura para ampliar el Museo del Prado fue la recuperación del Salón de Reinos. Se debería contar nuestra historia, la de todos los españoles, con el apoyo y la colaboración de los grandes museos (Prado, Arqueológico Nacional, Real Armería, etc.): la ocupación de la península Ibérica en la Edad Antigua; la intervención de Roma y Cartago; la invasión de los Bárbaros; la presencia del Islam durante siete siglos y la Reconquista; la conquista, colonización y emancipación del Nuevo Mundo; la España Imperial; la España de los Borbones; la guerra de la Independencia; las guerras Carlistas del siglo xix; y la guerra Civil de 1936-1939, que enfrentó a los españoles, ésta última con la intención de que un acontecimiento tan triste y deplorable no vuelva a repetirse jamás.
Se ha producido el reencuentro del pueblo con sus Ejércitos, que en la actualidad figuran entre las instituciones más valoradas de España. El lector, no debe olvidar, que no hay nada más gratificante para un militar que sentirse querido por el pueblo al que ha jurado defender.
Juan Tous Meliá
Nota de la Asociación : Muchas gracias por tu magnífica explicación , y desde aquí apoyamos cualquier acción dedicada a la conservación y puesta en marcha de nuestros valores patrimoniales.
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