Los artistas plástico sufrimos, desde hace muchos años, el deleznable abuso de las instituciones oficiales y privadas: cabildos y ayuntamientos; cajas de ahorros; y entes privados, que prestan sus salas para exponer las últimas producciones en obras de arte, durante una quincena de días.
A cambio de ello, el artista debe dejar, obligatoriamente, una de sus obras expuestas por el préstamo de la sala de exposiciones. Este ignominioso despecho a la propiedad intelectualizada y material de los artistas, que puede tener el calificativo de filibusterismo, a la creatividad artística, a su labor de oficio, al enorme costo de las materias plásticas y herramientas imprescindibles para conseguir su arte, lo venimos padeciendo los artistas desde hace mucho tiempo, haciéndose tradición y fuero por parte de aquéllas, imponiendo manu militari, el pago de este canon. Por lo que es el equivalente a un precio de alquiler en toda regla.
No es de justeza, que las instituciones, que manejan el dinero de todos (también de los artistas), deban cobrar a los creadores plásticos ese derecho de pernada, por un asunto que, inexcusablemente, es obligación de los mencionados organismos: en promover la cultura plástica e incitar a los artistas a exponer, prestando gratuitamente, sus salas de exposiciones.
Y a cambio de ninguna impuesta dádiva artística, o gravamen con una de sus obras. Bien al contrario, apoyarles en la difusión pública de dichas obras artísticas; y además, estimularles y ampararles con la compra de una de sus piezas de arte, y que buen favor haría a la creatividad artística y a su difusión.
Insólito e ignominioso es el hecho de que las cajas de ahorros de Canarias (y de otros lugares peninsulares), de exigir este impositivo trueque a los artistas, las cuales tienen la obligatoriedad de reinvertir sus beneficios en obras sociales y culturales, puesto que están exentas de impuestos al Estado en sus réditos económicos obtenidos, por lo que, vilipendian sus inalienables deberes.
Por la misma razón aludida, es de absoluta incoherencia, que los artistas expositores deban ser coaccionados, por la prestación de sus salas de arte, de un pago en especias, siendo conminados a dejar una de sus obras expuestas por ese empréstito. Acaso se les exige la misma devolución, en pago, a otros beneficiarios: deportes, vela latina, donaciones solidarias, conciertos, etc. que ninguna deja ni su pelota de juego, ni un bote de vela, ni un violín. Ante este hecho nesciente y avaro nadie de los artistas se contrapone en desacato, porque sería su ruina expositiva.
Ninguna entidad oficial o financiera o particular, puede obtener un patrimonio artístico de forma gratuita, sin costarles un céntimo; simplemente expoliando a los artistas de sus obras, que con tanta vocación y penurias las han creado. Máxime cuando este es un asunto de estricta obligación por parte de las mencionadas entidades oficiales y financieras.
Estos entes se han hecho con un patrimonio artístico, con estos pésimos modos y espureas maneras tan singulares, que sonroja cualquier conciencia que albergue cierta moralidad y hace reverberar la adrenalina. Tal es el ejemplo, de la reciente muestra de arte de los fondos de La Caja de Canarias que, a lo largo de su periodo de beneficios sociales y culturales, desde que se iniciara, con la desaparecida sala Cairasco, poseyendo una envidiable cuantía de obras artísticas, conseguidas, gran parte de ellas, por exigir a los artistas el canon por exponer en sus salas (supongo que otras Cajas tendrán igual Patrimonio con idéntico maniqueísmo).
Las obras de arte son tasadas como valores económicos in crescendo, por lo que el patrimonio artístico se revaloriza al alza constantemente, a través del tiempo y por el óbito de los artistas. Sobremanera en determinados artistas que hayan alcanzado un alto valor especulativo en el mercado del arte.
Lo sibilino de este asunto, es que como bienes cotizables o de transacción comercial, debo suponer, que como tales y fieles contribuyentes, sean declaradas a la Hacienda pública como adquisición de bienes, no cómo dádiva. La incógnita y la duda queda por despejar.
Personalmente, tengo la grata experiencia, y ello gratifica, como beneficio y lógica aplicable a todos los artistas, que varias instituciones peninsulares han derogado ese “derecho”, en buena lid y loable razonamiento: La Diputación y Ayuntamiento de Sevilla; Ayuntamiento de Leganés; y Caja Madrid. Las cuales han comprendido, que sustraer una obra a los artistas expositores es, además de una tropelía, una auténtica canallada para hundir aún más a los creadores plásticos, en su ya de por sí ancestral miseria, que desde siempre, tan difícil lo han tenido para realizar sus trabajos y conseguir sus obras.
Este mismo beneplácito y congruente ejemplo, lo deben asimilar, y poner en práctica, por estos lares tan lejanos, máxime en nuestro fragmentado territorio insular y sus paupérrimas adquisiciones a los artistas, crean mayores estragos a los artistas para continuar en la brega creadora.
Apelo, por último, a las instituciones todas, a las financieras, y entes privados, a tomar conciencia de este indigno expolio a los artistas plásticos, con el tributo de sus obras; y, que además, con el dinero del erario público, o de los beneficios reinvertidos, a estimular y proteger la creación artística con la adquisición, itero, de uno de sus engendros estéticos.
Fuente: http://www.canariasahora.es
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