3 Noviembre, 2010 - 17:05
Se trata de los únicos especímenes en su tipo encontrados hasta ahora en esta región del país, y se suman a la lista de fauna prehistórica localizada en el interior de estos cuerpos de agua, que antes de la última glaciación eran cuevas secas.
El arqueólogo subacuático Guillermo de Anda Alanís, de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), quien realiza estas investigaciones como parte del proyecto El culto al cenote en el centro de Yucatán, desarrollado desde 2007 con autorización del Consejo de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), dio a conocer los pormenores de este descubrimiento en el Congreso Internacional Culturas Americanas y su Ambiente: Perspectivas desde la zooarqueología, paleobotánica y etnobiología, organizado por la UADY y que se realiza del 1 al 5 de noviembre en Mérida.
Guillermo de Anda Alanís detalló que los restos se localizaron en el interior de una caverna sumergida a la que se accede por un cenote ubicado entre las poblaciones de Sotuta y Homun, en Yucatán, a una profundidad de 42 metros. Los huesos se hallaron dispersos en un espacio que mide 120 metros de diámetro, y se estima que podrían corresponden a una familia de osos, toda vez que dos de los cráneos corresponden a una hembra y un macho, y los otros a subadultos, todos son de la misma especie ya que tienen la misma dentición y forma craneal.
El arqueólogo indicó que además de los vestigios de estos mamíferos también se localizaron cinco restos óseos humanos de época antigua, sin que hasta el momento se haya definido su temporalidad. Éstos se localizaron a 30 metros de los huesos de los osos, pero los investigadores aún no saben si tienen o no relación.
Luego de diversos reconocimientos in situ y a través del análisis de fotografías captadas bajo el agua, De Anda Alanís advirtió que la forma de los huesos y cráneos que tienen estos osos nunca había sido observada entre la fauna conocida en contextos arqueológicos de la región: “Se trata de restos de los únicos osos que se han encontrado en la península de Yucatán, pues la referencia más cercana se localizó en una cueva de Belice, al parecer de un oso ornatus, y de ahí se localizaron otros ejemplares en Brasil y Argentina; en tanto que en México se tiene identificado su hábitat hacia el centro y norte del país”.
A partir de la identificación morfológica de los restos óseos, a cargo del arqueozoólogo de la UADY Christopher Götz, se pudo determinar que corresponden a osos, ya que sus molares son fuertes, planos y anchos.
De Anda Alanís explicó que en un principio se creyó que por las características dentales se trataba de jaguares, pero que en este caso por la forma de los molares y premolares, al igual que el tamaño de los cráneos (de 25 a 30 centímetros de largo) que no corresponde a felinos, se precisó que corresponden a osos.
El investigador comentó que aún no se define con exactitud a qué especie corresponden, “el siguiente paso es definir su género, para eso, los restos se compararon con la lista de osos que existen en el continente, donde hay dos subfamilias, una es la de los osos comunes como el negro y el grizzli que conocemos actualmente, y los otros son los cara corta del que sólo queda una especie, el andino, que vive en Venezuela, a esta subfamilia pertenece el Arctotherium, un género que no ha sido ubicado en la península y que pudiera ser un ancestro de los osos cara corta.
El género Arctotherium, explicó, comprende una serie de especies de osos, todas extintas y endémicas de Sudamérica. Hasta el momento los análisis realizados a los huesos hallados en el cenote indican que “al menos las mandíbulas y algunos rasgos de los cráneos corresponden a esta especie mucho más que a cualquier otro grupo”, pero aún es prematuro afirmarlo.
De Anda comentó que de tratarse de una familia de osos Arctotherium cambiarían las perspectivas de la biogeografía y de la migración de los osos endémicos de América, en tanto que no hay registro de ejemplares de esa filiación en la región que circunscribe Centroamérica. Sin embargo —añadió—, falta realizar todos los estudios de laboratorio para confirmarlo, “éstas son las primeras hipótesis que nos está arrojando el hallazgo”.
Comentó que la teoría que se tiene sobre este género de oso es que debió emigrar a América hace miles de años y que tal vez pasó por el centro del continente, pero no hay vestigios que lo comprueben, o bien que fueron endémicas de Sudamérica.
A su vez el arqueozoólogo Götz indicó que las evidencias geográficamente más cercanas del género Arctotherium se han hallado en Argentina, donde se localizó una mandíbula de Arctotherium bonariense, y en Brasil, donde se ubicaron vestigios de la especie Arctotherium vetustum; en tanto que los restos de osos del cenote de Yucatán podrían corresponder a una especie hasta hora no conocida.
Mencionó que especies emparentadas con el género Arctotherium en América son los osos extintos cara corta de Norteamérica (Arctodus simus y pristinus), el cavernario de cara corta de Florida (Tremarctos floridanus), el cavernario cara corta de México (Tremarctos mexicanus), y la única sobreviviente de esta especie es el oso cara corta andino (Tremarctos ornatus) que habita en Sudamérica.
De Anda adelantó que antes de extraer los cráneos animales y restos óseos humanos, es necesario realizarles más estudios in situ de carácter interdisciplinario, “es una investigación que apenas comienza y que seguramente arrojará datos importantes para el conocimiento de las primeras especies que habitaron la región, así como de otros periodos históricos que guardan los huesos humanos que aún no han sido analizados.
“Esperamos que cuando los especímenes puedan ser llevados al laboratorio y sean analizados, podamos confirmar que los restos de osos corresponden a dicho género, lo que aumentaría considerablemente el conocimiento acerca de la historia natural de estos animales y su relación con sus parientes más recientes. En especial encontrarlos fuera de su ámbito de expansión, significaría modificar conceptos de la biogeografía y migración de los osos endémicos de América”, concluyó el arqueólogo De Anda Alanís.
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