domingo, 13 de septiembre de 2009

Aragón, pionero en estudios de arqueología subacuática.

La Arqueología Subacuática, inicialmente llamada Arqueología Submarina, dio sus primeros pasos en los primeros años del siglo XX en el Mediterráneo. Pero su desarrollo, muy ligado al de las técnicas del buceo y sobre todo de los equipos que posibilitaban esta práctica, no sufrió un salto cualitativo importante hasta los años inmediatos a la Segunda Guerra Mundial. En ese tiempo, los militares franceses J. Cousteau y F. Gagnan, desarrollaron un modelo de escafandra autónoma que permitió al buceador desligarse definitivamente de la superficie, al poder llevar consigo, de manera cómoda y eficaz, el suministro de aire suficiente que le ayudaba a alargar su periodo de inmersión. Con este se abrió todo un mundo de posibilidades, antes ligadas tan sólo a actividades militares y pesados trabajos portuarios (se realizaban mediante incómodos trajes de buzo clásico y suministrando el aire desde la superficie).

En un principio la Arqueología Subacuática estuvo dedicada sobre todo a la búsqueda y recuperación de barcos antiguos cargados con ánforas. Pero enseguida dio paso al estudio de puertos antiguos o barcos de otros periodos históricos, como los que utilizaban los vikingos de Roskilde en Dinamarca, el Vasa en Suecia, el Mary Rose en el Reino Unido o los galeones españoles de la Carrera de Indias.

En la actualidad no podría comprenderse el estudio de la Historia sin contar con esa parte que las fuerzas de la naturaleza o la estupidez humana hicieron que se perdiera en los fondos marinos, lacustres o fluviales. Los restos de los puertos de las poderosas flotas de Cartago o Roma y las incógnitas que todavía se ciernen sobre la fabulosa Alejandría de Cleopatra y César tienen su respuesta en buena medida bajo las aguas mediterráneas. Hoy por fortuna los progresos de la Arqueología Subacuática permiten que podamos llegar con relativa facilidad y seguridad hasta ellos.

En sus comienzos, la actividad arqueológica fue llevada a cabo a por buceadores pero recibió más tarde la atención de arqueólogos que comprendieron de inmediato las inmensas posibilidades que se abrían para la investigación histórica. De meros observadores y estudiosos de los objetos recuperados por otros, pronto pasaron a tomar parte activa dirigiendo los trabajos de inmersión. Finalmente se acabarían convirtiendo en buceadores para tomar contacto directo con el nuevo horizonte que se abría a la Arqueología.

La fascinación de los fondos marinos atrajo también la atención de otras gentes deslumbradas por historias de piratas y galeones repletos de oro. Estos cazadores de tesoros lograron, en ocasiones, hacer fortuna saqueando barcos hundidos y destrozando para la historia y el patrimonio cultural conjuntos que hubieran podido ofrecer informaciones de gran importancia y materiales con los que enriquecer museos públicos. Afortunadamente, una legislación internacional más efectiva y una actividad arqueológica cada vez más desarrollada han logrado frenar tan perniciosa actividad.

La arqueología subacuática se ocupa de la localización, estudio y recuperación de todo tipo de vestigios históricos bajo las aguas y tiene uno de sus equipos pioneros en España, precisamente en la Universidad de Zaragoza. Desde comienzos de los años setenta en todo el mundo empezó a despertarse un interés creciente por esta especialidad. Al mismo tiempo un grupo de investigadores aragoneses, bajo la dirección del profesor de Arquelogía de la Universidad de Zaragoza Manuel Martín-Bueno, empezó a desarrollar una actividad que en sus comienzos resultaba paradójica en una tierra de interior, aunque el tiempo ha demostrado su oportunidad. El equipo, aglutinando a arqueólogos y buceadores de gran parte de España, se ha sumergido en lugares tan diversos como el Estrecho de Gibraltar, la Costa de la Muerte en Galicia, costas de Cantabria, Levante, Isla de Cerdeña, Golfo de Aq’aba en el Mar Rojo y finalmente la Antártida, en busca de las evidencias de acontecimientos históricos perdidas en los fondos marinos, que permitan reconstruir el pasado común de la Humanidad.

La Universidad de Zaragoza, fue la primera en introducir esta disciplina en sus planes de estudio. Hoy cuenta además con laboratorios específicos y es el centro de formación del que proceden buena parte de los actuales investigadores españoles en la materia. Además es requerida por otros estudiantes extranjeros para su formación y perfeccionamiento. Ha colaborado en proyectos de investigación con el Instituto de Arqueología Naútica (INA) de la Universidad de Texas, con el Ministerio de Bienes Culturales de Italia, con el CENG de Grenoble en Francia, con el Ministerio de Turismo y Cultura de Jordania, Armada de Uruguay, Instituto Antártico Chileno, Instituto Oceanográfico de España, Instituto Hidrográfico de la Armada Española,... En la actualidad se ocupa del inventario de los recursos del patrimonio cultural sumergido en aguas de Laredo en Cantabria y desarrolla junto con la Confederación Mundial de Actividades Subacuáticas (CMAS) especialidades de buceo científico.

Traspasar la sutil línea que separa la superficie del umbral del mundo subacuático es una experiencia única. Significa entrar en un lugar maravilloso, majestuoso y lleno de vida, el mundo del silencio, como se le llamó alguna vez. En él, todos los seres se mueven en maravillosa armonía unas veces con una cadencia musical indescriptible y otras con el frenesí que marcan el oleaje, las corrientes marinas o un peligro inesperado. Pero todo ello ocurre cerca de la superficie. Unas decenas de metros más abajo, es verdaderamente el silencio quien impera, junto con la ausencia de luz, cada vez más tenue hasta desaparecer casi por completo más tarde. Allí acompañados por la vida marina y la soledad se hallan los restos de un pasado histórico que el hombre ha ido dejando tras de sí a causa de guerras, tempestades, errores náuticos o causas diversas. Es en estos casos cuando la Arqueología Subacuática cobra protagonismo para hacer hablar a esos restos aparentemente mudos y volverlos a incorporar a los archivos de la Historia.

Investigadores de la Universidad de Zaragoza decidieron hace años profundizar en este campo, entonces muy poco desarrollado en España, hasta conseguir ser referencia indiscutible en el concierto nacional e internacional de la especialidad. Nuestro equipo ha realizado excavaciones en yacimientos sumergidos de épocas muy diversas. Ha estudiado los barcos romanos en Denia, ha localizado el primer naufragio conocido en aguas atlánticas de época bizantina en el Estrecho de Gibraltar y ha hallado un barco romano en aguas de Guipúzcoa. Después emprendimos una campaña para recuperar la memoria del primer barco de la Corona de Aragón conocido en el Mediterráneo, hundido hacia 1440 en aguas de Cerdeña en Italia cuando navegaba desde Valencia hasta Palermo en Sicilia. Más tarde las aguas cántabras nos acogieron para estudiar el fondeadero medieval de San Vicente de la Barquera y en la actualidad estudiamos la Bahía de Laredo-Santoña. En este sitio desembarcó, en el siglo XVI, Carlos I de España procedente de Flandes y perdió alguno de sus barcos, entre ellos, el Espíritu Santo debido a un temporal inesperado. La gallega Costa de la Muerte, entre Finisterre y Corcubión nos permitió recuperar los despojos del galeón San Jerónimo de una escuadra de Felipe II. Se perdió en aquellas aguas un 23 de Octubre de 1596 con el balance de más de treinta barcos hundidos y más de 2.000 vidas humanas desaparecidas.

La ausencia de límites para la Arqueología nos llevó hasta el Continente Antártico tras las huellas del buque San Telmo, hundido en aquellas aguas en la primavera austral de 1.818, pocos meses antes del descubrimiento de aquel continente por el británico William Smith. ¿Fueron realmente los británicos quienes descubrieron la Antártida en aquel año o lo habían sido los infortunados tripulantes del san Telmo pocos meses antes como creemos nosotros?. Las campañas arqueológicas han evidenciado hasta ahora pedazos de barcos hundidos en la zona, así como restos de naufragios. ¿Hemos encontrado el San Telmo?. Seguramente sí.

Los laboratorios de Arqueología de Zaragoza para la recuperación de materiales empapados, son únicos por ahora en la Universidad Española. Han tratado materiales orgánicos procedentes de diversos yacimientos sumergidos y han resuelto positivamente la recuperación de importantes archivos documentales afectados por inundaciones accidentales. Una vez mas la Arqueología sin límites rompe barreras.

El futuro de esta disciplina depende del desarrollo general de la Arqueología y del interés por el patrimonio Histórico. En la actualidad parece estar asegurado. La fascinación por el mundo submarino y la accesibilidad de las actividades subacuáticas para la mayor parte de la sociedad permiten que se acreciente la motivación por conocer todo lo relacionado con el medio subacuático.

La Arqueología como medio para acceder a la historia que reposa en los fondos marinos, lacustres o fluviales nos ofrece día a día nuevas sorpresas. Aparecen desde cuevas submarinas con huellas del paso del hombre por ellas hasta poblados protohistóricos sumergidos en aguas de lagos de montaña, puertos antiguoso astilleros donde se construyeron barcos. Muchos tesoros subacuáticos están todavía por descubrir, pero un día una campaña de prospeción arqueológica dará con ellos y volverán a recuperar el protagonismo perdido para ser de nuevo historia, la Historia de todos.

EQUIPO DE TRABAJO de la Universidad de Zaragoza dirigido por el Prof. Manuel Martín-Bueno, Catedrático de Arqueología. Integrantes principales: Prof. Julio Amaré Tafalla. Prof. Titular de Física Aplicada. Tratamiento de materiales empapados. Dr. Carlos Sáenz Preciado, Arqueólogo. Carlos Preciado Barahona. Planificación de inmersiones.

BIBLIOGRAFÍA:

M. Martín-Bueno. Costa da morte: Atopámo-la Historia. Vigo 1989.

M.Martín-Bueno y J.Amaré Tafalla. Zaragoza 1991

Proyecto Cavoli: Una nave aragonesa del siglo XV hallada en Cerdeña.

M.Martín-Bueno (dir) La Nave de Cávoli y la Arqueología Subacuática en Cerdeña. Zaragoza 1993.

No hay comentarios:

Publicar un comentario