Un grupo chileno-francés iniciará una expedición arqueológica para rescatar partes de un buque hundido frente a la bahía de Cumberland, en la isla Robinson Crusoe, presuntamente a finales de 1600

Está bajo capas de corales, golpeado por piedras, enterrado en la arena, a casi 30 metros de profundidad. Ha estado allí por años. Se cree que al menos 300, época en la cual habría sido uno de los mayores navíos de la flota del Virrey del Perú y cuando su principal misión era ahuyentar a los corsarios y piratas que amenazaban las costas chilenas y peruanas.

Fue encontrado hace 13 años por una expedición chilena-francesa que buscaba ver qué patrimonio había en el archipiélago Juan Fernández. Desde entonces que se quiere rescatar sus restos, pues "hacen parte de la historia de la isla y del continente", y porque el (según diversos estudios) galeón español San Martín ha sido saqueado por personas que han buceado en la bahía de Cumberland.

"(Lo logramos) tras golpear puertas y de postular a fondos", cuenta Raimundo Bilbao, presidente de la Fundación Archipiélago Juan Fernández. Explica que, el próximo fin de semana, partirá la expedición preliminar que rescatará piezas del galeón e iniciará "el estudio científico de un yacimiento de gran interés arqueológico".

El director de Monumentos Nacionales, Oscar Acuña, cuenta sobre la expedición que, "durante los últimos años, hemos buscado darle importancia a ese tipo de actos".

Y agrega que es un "desafío de interés nacional y científico", por las consecuencias que podrían haber tras el estudio de las piezas.

Acuña sostiene que los artículos extraídos serán entregados a las autoridades chilenas y seguirán un proceso específico de conservación, gracias a la ayuda de un laboratorio francés. Los galos también tendrán una participación en la expedición: junto con buzos chilenos bajarán al navío, y para eso llevan días entrenándose en la costa de la V Región.

Vida en el barco
Uno de los líderes de la expedición, el buzo Arnaud Cazenave de la Roche, asegura que no sabe qué encontrarán, pues a fines del siglo XVII "se hacía toda la vida en el barco, no sólo la guerra", por lo que estima podrían descubrir utensilios personales, médicos o de cocina. Añade que todos los objetos que serán sustraídos podrán "inscribirse en una tipología y cronología del barco, y se podrá precisar su origen e historia.

Cazenave de la Roche agrega que están "entusiasmados", pues en la primera expedición encontraron, junto a la Armada chilena, dos anclas de casi cinco metros de largo, y alrededor de éstas habían "numerosos objetos muy concrecionados no identificables", según el informe de la excursión.

Para realizar la investigación, que se extenderá por un mes y cuyo costo es de $ 27 millones, los 20 profesionales irán con un vehículo submarino, además de sondas acústicas.

Y para darle la importancia "que merece", prepararán un documental y un libro.
Los organizadores aseguran que es primera vez que se realiza en el país una expedición arqueológica submarina de esta envergadura, por lo que necesitan la expertise de los franceses de la Sociedad de Estudios Arqueológicos Subacuáticos (Seas), una organización sin fines de lucro homologada por la Unesco.

Además, no descartan nuevas expediciones, pues con los primeros antecedentes, se podrán hacer planes precisos para la extracción de nuevos objetos y también se podrá avanzar en la conservación de éstos.