domingo, 25 de julio de 2010

Con 17 cañones por banda...

María Llebrez/ San Fernando 
 
Patrimonio municipal Restauración de los cañones encontrados en el Puente Zuazo

La empresa gaditana Aula 3 afronta la recuperación de parte de la artillería que supuestamente se empleó en el baluarte del Caballero Suazo para repeler el ataque de los franceses

Uno de los cañones, sumergido en una de las piscinas con el tratamiento electrolítico.
La rigidez de los cañones se adivina plástica y maleable, deforme casi, tras el engañoso espejo del agua. Sumergidos como peces en piscinas construidas a medida, resucitan embalsamados en una solución líquida en la que la sosa caústica y un tratamiento electrolítico obran el milagro de su recuperación. Son 17, cada uno en su pecera independiente, recibiendo cuidados y mimos personalizados. Son como pacientes del hospital más selecto. Sólo les falta tener nombre y apellidos. Sus médicos, sus sanadores, son los profesionales de la empresa Aula 3, los cuales, ubicados en una de las naves del polígono Fadricas, trabajan con ellos desde comienzos de año en el delicado proceso de su recuperación y preservación. Un trabajo que se encuentra en la segunda de sus cuatro fases y que ayer recibió la visita de las autoridades provinciales y locales. De un lado, el delegado provincial de Obras Públicas, Pablo Lorenzo y su homóloga de Cultura, Yolanda Peinado. Del otro el alcalde, Manue de Bernardo.

Pero, antes de seguir, volvamos al origen. Los cañones aparecieron de forma inesperada en plena intervención de las obras del tranvía a la altura del Puente Zuazo. La responsable de la vigilancia arqueológica de la actuación, María Luisa Lavado, fue informada de inmediato. Algo había aparecido entre el lodazal que conformaba la orilla del caño que pasa por debajo del puente. Ese algo resultaron ser 17 cañones, con un peso cada uno que oscilaba entre los 1.500 y los 2.500 kilos y de una fecha aproximada al siglo XVIII, aunque este último dato está por certificar. Su uso, más que probablemente, fue formar parte del baluarte del Caballero Suazo, una batería defensiva que se ubicaba a los pies del puente y que sirvió para repeler los constantes ataques del ejército francés.

Pero quizá estos cañones también se usaron antes en una embarcación. Lo mismo fueron construidos en España, lo mismo en Francia. Esos datos todavía se desconocen y quizá, tras este proceso de recuperación para el cual no se ha marcado una fecha tope, puedan descubrirse inscripciones en las piezas que permitan ofrecer luz a estas incógnitas.

Pues bien, tras el hallazgo, los cañones pasaron de manera inmediata a la supervisión del Centro de Arqueología Subacuática (CAS) el cual protegió las piezas con mantas húmedas inmediatamente para evitar su degradación. Después recayeron en manos de Aula 3 la cual, como ha sido mencionado, construyó unas piscinas en las que las sumergió. En este proceso de recuperación, señalaba una de las responsables de la intervención, Inmaculada Sánchez, mantener las piezas húmedas es un elemento clave para el éxito. Así, la primera de las fases fue la de la eliminación de su capa calcárea utilizando para ello instrumentos tales como punzones o cinceles. Y humedeciéndolos, por supuesto.

La segunda, en la que actualmente se encuentra, consiste, como ya se ha dicho, en la inmersión de estas piezas en unas piscinas con agua y sosa cáustica y un tratamiento electrolítico. Esta combinación sirve para eliminar los cloruros. Es la fase de consolidación ya que mediante esta eliminación lo que se consigue es, utilizando el argot médico, eliminar los virus que podrían hacerles morir. Este proceso es lento y distinto en cada una de las piezas. Por ello, se realizan controles que sirven para evaluar el grado de supresión de este material.

La tercera etapa dotará de consistencia a los cañones pues lo que se trabajará será en la transformación de los óxidos propios de las piezas en otros menos agresivos. Por último, la cuarta fase, la de protección final, servirá para dotar a los cañones de su aspecto final. De esta manera, se aplicarán distintos tratamientos en función de la ubicación que se destine a los mismos finalmente. Una posibilidad señalaban ayer por ejemplo, es la del barnizado. Pero también existen otras.

Precisamente sobre el asunto de su futuro hablaron ayer las autoridades al término de la visita. Peinado explicaba a los medios presentes su intención de hacer cumplir la voluntad del Ayuntamiento isleño de mantenerlos en San Fernando, la localidad en la que aparecieron y probablemente la que defendieron. La ubicación de los mismos, ya ha apuntado el alcalde en más de una ocasión, será en los alrededores del Puente Zuazo. De los 17 cañones, eso sí, es posible que uno se muestre en algún museo, bien en el provincial, bien en el local.

Aunque de momento, estas piezas, e incluso algunas de las balas -unas bolas de metal de gran tamaño- se conservan en una nave del polígono de Fadricas. Allí se curan de tantos años de olvido bajo el puente en el que prestaron servicio. Bajo el puente en el que, dos siglos atrás, sirvieron para defender todo un país.
 

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